sábado, 31 de octubre de 2015

GP AUSTIN – USA 23-25 OCT 2015

Sabía yo que el final de temporada iba a ser entretenido, pero la verdad no esperaba que lo fuese tanto.  Comenzábamos en Austin un periplo que me va a llevar a estar un mes fuera de casa, de USA voy a México donde será el siguiente GP, de allí iremos a desconectar unos días a Playa del Carmen en la Riviera Maya, y seguidito a Brasil a la penúltima prueba del año.

Ya el viaje a USA suele ser complicado por toda la burocracia que conlleva y en mi caso en particular porque tengo el don especial de ser bienvenido de manera personal. Siempre me hacen un par de preguntas de mi propósito de la visita. Este año no fue ninguna excepción y tuve que pasar el control de aduanas.

Una vez ya en EEUU continuamos viaje hasta Austin  y este último trayecto desde NYC fue especialmente pesado, se me hizo eterno, así que cuando llegamos al hotel me fui directamente a dormir ya que al día siguiente comenzaba la actividad nuestra en pista.
Una vez en el circuito ya empezaron a correr rumores sobre la climatología del lugar y a pesar de que ese día no hacía mala temperatura se esperaban lluvias para el resto de las jornadas. Hasta ahí todo dentro de la normalidad, pero cuando ya empiezas a escuchar que se aproxima un huracán y que existen posibilidades de que la carrera se suspenda te empiezas a preocupar. Para añadirle dramatismo a la situación empiezas a escuchar en las noticias que “Patricia” se prevé el mas destructor de los últimos años y que varias espectáculos al aire libre se han suspendido, entonces ves que la situación se complica.
Y las previsiones se fueron cumpliendo más o menos como lo anunciaban, la temperatura comenzó a bajar y la lluvia se instaló en el circuito.
Los primeros días fue bastante molesto pero al menos podíamos trabajar. De hecho el viernes a media tarde amainó un poco y nos permitió hacer una escapada a San Antonio para poder ver un partido de la NBA.


Nuestro trabajo nos permite situaciones como esta en la que aprovechando que estas en un determinado país aprovechas a ver cosas propias del lugar y en este caso fue un partido de NBA que a mi especialmente me hacía ilusión ya que no lo había podido disfrutar in situ.

Es curioso el show que se monta alrededor de un espectáculo deportivo. El diferente concepto de show que tienen en EEUU tan distinto al nuestro. En ni un solo momento deja de haber actividades para que el publico disfrute. Desde que entras ves los típicos puestos de comida, venta de camisetas, cheerleaders firmando autógrafos y sacándose fotos con todos lo que se lo solicitan, música, animaciones en pista, gradas repletas de gente entregada. Como decíamos allí en realidad lo de menos es el propio partido de baloncesto.

Eso fue un pequeño oasis dentro de la odisea que nos esperaba aún. La mañana siguiente cuando nos levantamos bien tempranito, ya estaba lloviendo con fuerza y la FP3 que debían disputar los pilotos se retraso bastante por las condiciones tan malas de la pista. Ya entonces se intuía lo que algunos ya habíamos vaticinado días antes, la qualy no se iba a poder disputar en la jornada del sábado. Eso si antes de tomar la decisión definitiva estuvimos bastantes horas de espera en busca de algún claro que permitiese que se disputase, pero no fue así y finalmente hubo que retrasarla hasta el domingo por la mañana.
A mi es la segunda vez que me pasa esto, aún recuerdo Japón 2010 donde sucedió lo mismo y en la jornada dominical se hizo la clasificación y la carrera. Este año en Austin ocurrió lo mismo.
Así que la jornada del domingo comenzó bien tempranito, salimos del hotel a eso de las seis de la mañana y en una única jornada hicimos la previa de la clasificación, la propia qualy, un pequeño break para llegar a la previa de carrera, el Gran Premio y el post. Una maratoniana jornada que acompañado por la cola del huracán Patricia hizo que fuese una jornada muy larga y muy complicada para todos nosotros.

La carrera en sí no fue de las peores del año, hubo varias luchas en la cabeza de carrera y en lo que se refiere a los pilotos españoles Carlos Sainz volvió a demostrar lo bravo piloto que es y después de sufrir un percance en la sesión clasificatoria salió a carrera desde el último lugar para llegar al final de la misma en sexta posición.

El gran protagonista de la carrera y del día fue sin duda Lewis Hamilton que conseguía su tercer título de campeón del mundo de pilotos.


Lewis ha demostrado ser un piloto muy peculiar fuera de la pista con un modo de vida peculiar, pero cuando se pone el mono y se sube al coche es un verdadero killer. Como decía su jefe de equipo Totto Wolf, mientras el piloto sea rápido en carrera lo que haga fuera de los circuitos le da igual, que disfrute de la vida que es joven.

Pero la persona verdaderamente especial e importante para el equipo de Movistar+ este GP era nuestra compañera María Serrat.
Nuestra Marieta nos abandonaba esta carrera por circunstancias personales que le llevan a emprender otro proyecto de vida muy importante así que tocaba hacerle la despedida que se merecía. Durante las últimas semanas estuvimos preparando un video de despedida con el objetivo de agradecerle el trabajo que ha realizado con nosotros y cuando estábamos a punto de terminar el último de nuestros programas desde Austin le sentamos en nuestro set para mostrárselo.
Fue entonces cuando al ver el video absolutamente todo el equipo “caímos” en una descomunal llorera de emoción. No hubo ni uno que no lo hiciese y eso que al principio todos intentábamos mantener el tipo pero las emociones fueron más fuertes y todos sucumbimos. Comentaba Jose uno de nuestros EVS que en el control estaban en absoluto silencio y cuando el intentando aguantar el lloro miro a su alrededor y vio a todo el mundo llorando dijo “pues nada barra libre a llorar”.


Es en situaciones como esta te das cuenta de una de las muchas peculiaridades de nuestro trabajo. Somos como una familia. Tantos días fuera de casa, en situaciones tan variopintas de alegría, tristeza, estrés, nervios, risas, enfados,  hace que se creen vínculos muy especiales. Es cierto que no con todo el mundo te llevas de la misma manera, pero a todos les consideras como parte de esa familia tuya que va viajando por el mundo y con la que pasas mas de doscientos días.  Es lógico que estas situaciones se vivan con especial emoción.

Como ya le dije a ella, a María no me queda más que darle las gracias por su enorme profesionalidad y por las facilidades que a mi me ha dado trabajando y fuera de la pista. Siempre ha estado ahí cuando le pedias cualquier ayuda, o esas miradas cómplices en las que sin hablarnos sabíamos lo que queríamos decir y nos partíamos de risa. Esas carreras en el grid buscando la entrevista y esos choques de mano después de conseguir nuestro objetivo.
En definitiva multitud de situaciones que me ha demostrado que además de grandísima profesional es incluso aún mejor persona. Solo me queda volverle a darle las gracias, desearle lo mejor y esperar que nos volvamos a encontrar mas pronto que tarde. Ya le dije que le íbamos a echar mucho de menos y mientras escribo estas líneas ya te puedo decir María que al menos yo ya te estoy echando de menos.

martes, 13 de octubre de 2015

SOCHI – RUSSIA 09-11 OCT 2015

Si la semana pasada comenzaba diciendo, Japón que gran país, esta semana tengo que decir más bien lo contrario. Rusia, que país más complicado.
Ya el año pasado nuestra aventura rusa fue complicada por lo que veníamos ya con las expectativas más bien bajas, así nuestra sensación de fracaso se vería mitigada.

El viaje desde Bilbao es más o menos cómodo, haciendo escala en Estambul y de allí a Sochi. Lo complicado comienza después cuando llegas y te encuentras con el control de inmigración ruso. Antes de eso ya tienes que haber conseguido una carta de invitación al país para así poder tramitar un visado. En mi caso la primera vez que lo solicité me fue denegado porque en mi pasaporte no había páginas suficientes en blanco para poder poner el visado, así que tuve que usa un segundo pasaporte para hacer la solicitud de visa.

Una vez allí hay que pasar el obligado control de inmigración y de pasaporte, que ya lo hacen complicado ya que únicamente llegó nuestro avión y el tramite se demoró bastante más de lo deseado, con las correspondientes malas caras de los funcionarios rusos.
Nuestro vuelo llegó a eso de las tres y media de la mañana y hasta las cinco de la mañana no pudimos llegar al hotel ya que previamente nos habían perdido los trípodes de los cámaras, la gente que debía revisar el cuaderno ATA no estaba muy por la labor de hacerlo eficazmente, el personal de la compañía de alquiler de coches se empeñaba en fotocopiarnos una tarjeta de crédito a lo que me negué en rotundidad ya que todo estaba previamente pagado y asegurado por la agencia de viajes y un largo etcétera de cosas que hizo que la entrada no fuese precisamente triunfal.
Ya el grado de cabreo a esas horas es grande, además llevas ya muchas horas sin dormir y cuando lo que deseas es hacer el check in en el hotel y dormir, la recepción del hotel demora el proceso innecesariamente con lo cual empiezas a cagarte en lo más barrido con la mala suerte de que a pesar de  ser el ultimo no te percatas que una de las recepcionistas que además me atiende, habla castellano y ha estado escuchándome durante quince minutos cagarme en todo lo que se movía con lo cual cuando llegas al mostrador y te saluda con un “buenas noches” y sigue hablando en castellano piensas que ese no va a ser tu mejor día y que vas a dormir en una cama con pulgas. Menos mal que normalmente nuestras habitaciones ya están preasignadas y no pudo meterme en un cuchitril sino estoy seguro que lo hubiese hecho.

Al día siguiente empezaba la segunda parte de la aventura. Recordábamos del año anterior que los controles para llegar al circuito eran rigurosos con lo cual ya íbamos mentalizados, pero este año resultó todo mucho más sencillo. El primer dia no hubo casi ningún control y el resto de días apenas tuvimos problemas a excepción de una noche que ya de vuelta al hotel me empeñé en meterme por un camino que yo creía mejor para no tener que hacer un par de ilegalidades y resultó que me metí en la boca del lobo y tuvimos que pasar un control muy heavy tanto de pasajeros como de equipaje y del vehículo. Mis acompañantes tuvieron argumentos mas que de sobra para darme palos el resto de la semana, todos elos bien merecidos por otra parte.
Nuestro siguiente problema era cenar. El año anterior no había nada en los alrededores del hotel, únicamente podíamos cenar en la cafetería del hotel o teníamos que coger coche para ir al centro a cenar, cosa que no nos apetecía demasiado. Aun recordaba mis peleas con las camareras que consiguieron sacarme de quicio e incluso a alguna le tire la carta ya que no se dignaba a atenderme. Así que la primera noche fuimos con mucha templanza a ver que pasaba. Lo que nos sorprendió fue lo suaves que estaba todo el personal del hotel. Había algunos empleados que estaban la vez anterior pero en esta ocasión es como si fuesen otras personas. Te atendían con mas o menos cortesía y  no te gritaban cosa que hacían anteriormente.

Era un comentario generalizado en el paddock este año, parecía que había una consigna para que los rusos fuesen más amables e intentasen agradar porque se notaba un cambio como de la noche al día. En todos los sitios eran más simpaticos todo indicaba que fruto de las airosas quejas que todos pusimos la temporada pasada. Siguen sin ser los más amables del campeonato pero al menos ya no son desagradables que no es poco.

Por lo demás para nosotros fue un GP más, sin mucho destacable a parte de que el cansancio ya se empieza a notar y todos estamos un poco más tensos. Algunos ya están empezando a descontar carreras sinónimo de que estamos ya todos deseando que termine la temporada y descansar y perdernos de vista un tiempo más o menos largo. Tantos días juntos hace que necesites perder a tu familia postiza de las carreras.
El siguiente viaje va a ser duro, vamos a USA y de ahí directamente a México, carrera nueva en la que no sabemos que vamos a encontrarnos y de ahí algunos empalmaremos con Brasil a pesar de que hay una semana por medio nos quedamos en México con la idea de quitarnos un par de vuelos transoceánicos y poder relajarnos para las dos ultimas carreras Brasil y Abu Dhabi donde esperamos terminar sin mayores contratiempos.

Al margen de lo cotidiano de las carreras, esta semana hemos vivido una circunstancia de esas que te hacen replantear unas cuantas cosas.
En nuestro mismo hotel estaban los integrantes de algunas escuderías entre ellas Toro Rosso y nuestro piloto Carlos Sainz. Al margen de la relación que habitualmente tengo con el y su entorno esta semana coincidíamos en el hotel y ya el primer día vino a saludarnos a todo el equipo, estuvimos charlando y bajo otra atmosfera distinta a la del circuito. El jueves en la habitual entrevista que tenemos con él, partió de el la idea de hacer alguna broma a nuestros presentadores, jaleada por su jefa de prensa. El problema era que solo teníamos un par de minutos para prepararla y no se nos ocurría nada gracioso al margen de algo que ya teníamos hablado pero para otro momento. Total que fuimos a la entrevista riéndonos los tres apurando hasta el último minuto la gracieta que podíamos hacer. No  se nos ocurrió nada pero nos partíamos de risa. Ya es habitual que mis compañeros me pregunten de que solemos ir hablando los tres que tanta gracia nos hace y mi respuesta es siempre la misma, nos vamos riendo porque hay que intentar pasárselo lo mejor posible y además entre los tres ha surgido una complicidad que da pie a ello. Nada tiene que ver con la arrogancia de otros deportistas que por mucho tiempo que pases con ellos no les consigues sacar una palabra y mucho menos una sonrisa. Este no es el caso, Carlos es un tío muy agradable que esta de buen humor, disfrutando de esta aventura en la F1 y que además a mostrado en muchas ocasiones que es además una buena persona y agradecida con todo su entorno.
Pues bien, fruto de esta relación vas cogiendo cierto cariño a las personas y los sientes como uno más de lo que yo llamo la familia de la F1.
Ese mismo jueves por la noche estábamos en el hotel parte del equipo nuestro charlando y cenando algo en el hall cuando llegó Carlos con su representante Borja y con nuestro compañero Andy Soucek.  A pesar que el ya había cenado se sentó con nosotros y estuvimos charlando de todo un poco, una cena de lo más cordial.

La circunstancia a la que me refería al principio era el accidente que Carlos tuvo en la sesión de libres del sabado. A mi me pillo fuera del circuito y tenia el walkie escuchando nuestro programa cuando escuché el accidente de Carlos, lo primero que pensé fue que mala suerte había tenido y esa sensación de disgusto cuando algo le va mal a alguien a quien aprecias.
Pero lo peor de todo fue cuando empiezas a escuchar a nuestro equipo de narración las circunstancias del accidente, escuchas que no saben que ha pasado, que no ven al piloto, que creen que esta aún en el coche y que el coche se encuentra bastante tocado. Ahí el nerviosismo empieza a crecer, yo me preocupaba porque además no podía ver las imágenes de lo que estaba pasando, ves que pasa el tiempo y que dicen que el piloto sigue sin aparecer ni hacer gestos, la tensión se incrementa por momentos, una sensación de miedo te va atrapando. Dieciséis largos, eternos minutos en los que no hay noticias claras , en los que ves a todo el mundo muy preocupado, corriendo sin saber que ha sucedido, su equipo muy alterado, por fin le llevan al centro médico y ahí la angustia sigue creciendo, escuchas todo tipo de noticias; una persona a la que conoces y con la que has estado cenando la noche anterior ha sufrido un gravísimo accidente con un coche de Formula 1 en una zona muy rápida y las primeras imágenes que ves no presagian nada bueno.
Todo nuestro equipo estaba especialmente afectado, incluso una vez pasado todo alguna de nuestras periodistas confesaba que a punto había estado de echarse a llorar en directo.

Finalmente todo quedó un enorme susto. Toda esta tensión empieza a desaparecer cuando ves al afectado en una camilla totalmente inmovilizado, siguiendo el protocolo médico, que es evacuado en un helicóptero a un centro médico para seguir con las pruebas médicas, pero que para tranquilizar a todo el mundo ves como levanta el pulgar en señal de que todo esta bien. Además escuchas testimonios de primera mano de conocidos como es el caso de nuestro compañero Rubio, fotógrafo que se encontraba en la zona del accidente, que dice que ha hablado personalmente con el y dice que se encuentra bien.
Fueron momentos muy tensos en los que todos lo pasamos muy mal, no quiero pensar como lo estaría pasando de mal su familia a más de cinco mil kilómetros y viéndolo por la tele.
Circunstancias que te hacen reflexionar de lo duro que es este deporte en el que se juegan la vida cada vez que se suben al coche y lo aún más grandes que son cuando nunca tienen un mal gesto contigo, cuando a pesar de que pueden suceder todas estas circunstancias se prestan a hablar contigo en directo a escasos minutos de comenzar una carrera.
Todo esto hace que les cojas un aprecio especial y los sientas como uno de los tuyos.
No solo ellos sino que su entorno, quienes a pesar de las circunstancias les intentas sacar más información de la que incluso ellos disponen y nunca te dan una mala palabra. En mi caso hablé con Tabatha su jefa de prensa y con su manager Borja y además de darles los correspondientes ánimos les agradeces que te faciliten el trabajo en lo posible. A mi me contestaron los mensajes que les envié y una vez pasado todo cuando te acercas a hablar con ellos no se limitan a darte la respuesta standard para que les dejes tranquilos sino que charlan contigo como si fueses uno mas de ellos. Solo puedo darles las gracias por ser como son.

Sin duda alguna la mejor noticia de todo el fin de semana fue ver como el domingo por la mañana prácticamente 24 horas después del gravísimo accidente ves a Carlos Sainz que da una multitudinaria rueda de prensa en la que afirma que va a participar en la carrera un par de horas después ya que se encuentra en condiciones de hacerlo y dispuesto a luchar por una buena actuación.

Grandísima lección la que hemos aprendido todos esta semana.

lunes, 5 de octubre de 2015

GP JAPÓN 25-27 OCT 2015

Japón qué gran país!!
No me cansaré de repetir infinidad de veces lo grandioso que me parece Japón, no solo por lo distintos que son a nosotros, sino por la de cosas que puedes aprender y descubrir visitando la innumerable cantidad de sitios que merecen la pena.

Nosotros llegábamos a Japón de doblete viniendo de Singapore, donde la verdad no habíamos estado nada mal, pero llegar a Japón te da otro tipo de energía vital que en mi caso al menos hace que el cansancio se mitigue bastante o casi desaparezca y me entren ganas de ver sitios y perderme en las calles.

Nosotros llegamos a Nagoya donde teníamos un día off antes de partir a nuestra base para esta semana Kameyama. En Nagoya dimos un paseo por los alrededores del hotel y una vez llegada la hora de comer hubo división. Unos se fueron al hotel a dormir, otros a tomar cervezas como si no costasen y en mi caso me fui a dar un paseo con la intención de ver algunos sitios turísticos que me había buscado en internet. Pero a la hora de concretarlos en la recepción del hotel me dijeron que estaban bastante lejos y me podía llevar hasta tres horas la visita, con lo cual lo desestimé y me fui a callejear por los alrededores del hotel con el fin de ver que se movía por allí y de ver si encontraba una lavandería donde poder limpiar la ropa. Esto se ha convertido ya en un clásico en Japón, ya el año pasado viví la misma odisea y hay que reconocer que  es toda una aventura hacerte entender y conseguir tu propósito. Esta vez me costó un poco más. En un primer momento me mandaron a otro hotel donde tenían maquinas de monedas para el “laundry” pero además de costarme bastante encontrarlo, gracias a un amable japonés que me llevó hasta la puerta del hotel y eso a pesar de que su inglés era bastante escaso, una vez allí resulta que estaba cerrado y no habrían hasta las cinco de la tarde. Por el horario que tenia y el aspecto exterior me da la sensación que era un love hotel. La verdad es que no quise investigar demasiado porque iba cargado de ropa y el otro sitio que me habían dicho estaba a una media hora de allí caminando así que me dirigí hacia allí a ver si había más suerte.
Este me encontró un poco más sencillo ubicarlo. Tuve que dar alguna vuelta pero con un par de preguntas y un mapa de la zona lo encontré más o menos fácilmente. Eran las tres de la tarde y aún no había comido así que mientras esperaba me compré algo de arroz relleno de salmón y de ternera y me puse un capitulo de una seria en el ipad. Había que matar la hora de alguna manera.

Una vez terminado, vuelta al hotel a reordenar la maleta y pegarme una ducha porque habíamos quedado para ir a cenar a una calle famosa en Nagoya con un montón de tiendas y restaurantes. Resultó que esa calle cuando llegamos estaba casi desierta, eran poco mas de las siete y no había nada así que con miedo de quedarnos sin cenar empezamos a buscar restaurante, especialmente una zona donde había varios sitios que ponían okonomiyaki. Todos teníamos antojo de ese plato. Pero casi todo estaba cerrado y nos dijeron un sitio al que cuando llegamos vimos que tenía un aspecto bastante guarrete y además estaba vacío así que no nos decidimos y buscamos otro que nos habían dicho que estaba cerca. Se encontraba en la parte de atrás de la calle. Cuando llegamos lo descubrimos por las fotos porque no había nada escrito en inglés ni nada parecido. Y aquí hubo otra pequeña odisea. Cuando llegamos conseguimos hacernos entender que queríamos cenar pero resultaba que estaba lleno. Al principio nos intentamos hacer entender que queríamos volver más tarde pero no hubo manera hasta que al final recurrimos al google translator y como pudimos conseguimos hacernos entender y reservamos para una hora más tarde. Cuando volvimos más tarde conseguimos pedir gracias a las poquísimas fotos que había en el letrero exterior y las cuatro palabras japonesas que sabíamos para la ocasión; tepanyaki, noodles y onomatopeyas de animales que queríamos comer. Una auténtica odisea pero que al final nos salió bien.  Objetivo conseguido, era hora de ir a dormir porque al día siguiente comenzaba la semana de trabajo en Suzuka.

La semana en el circuito fue más o menos como el resto. Ya se han convertido en una pura rutina que es más o menos llevadera. No hubo mayores sobresaltos, a excepción del cansancio acumulado que nos vuelve a todos un poco más irascibles, pero nada del otro mundo. Es algo a lo que te llegas a acostumbrar.
En esta ocasión contábamos con la ayuda de una traductora, Ann, que nos hizo que la semana fuese más tranquila, ya que resultó ser bastante resolutiva y además intentaba solucionarnos los problemas con la mayor celeridad posible. Así los traslados hotel-circuito, las compras, comidas y billetes de tren se convirtieron en quehaceres más o menos sencillo. Aunque hay que reconocer que sin ella algunas de estas faenas hubiesen sido muy complicadas.
Ann además nos sirvió de guía gastronómica para nuestra cenas una vez terminado el trabajo. Le pedimos un día recomendación para ir a cenar a algún sitio. Nos llevó a un restaurante cercano a nuestro hotel donde ella se encargó de pedirnos la cena con lo más típico de la zona y de gestionarnos con los dueños taxis para la vuelta al hotel. Ya que allí no hablaba nadie inglés hacernos entender iba a ser muy complicado, y ella se encargo de explicarles que una vez pidiésemos la cuenta nos pidiese un taxi para llevarnos a nuestro destino. Así da gusto viajar.

La última odisea vino el último día, cuando una vez terminado el programa nuestro equipo se dividía en dos grupos, uno que iba a Osaka y otros que nos quedábamos en Tokyo. El grupo de Osaka tenía un viaje de lo más apretado. Una  vez terminado el programa tenia que coger un tren desde Ino Station, pegado al circuito que les dejaba en Nagoya, donde tenían doce minutos para salir del tren cruzar la estación y coger el Shinkasen que les llevaba a Nagoya. Era viable a pesar de que no lo parezca, así nos lo aseguraban en todos los sitios, pero la complejidad del idioma y de la cultura japonesa hacía que fuese complicado. Tenían que coger ese tren bala porque a su llegada tenían otro transfer de quince minutos para coger un último tren que les llevaba al aeropuerto de Osaka donde tenían su hotel.
Toda esta logística se presumía muy complicada. Creo que en cualquier otro país no pasaría de ir muy apurados, pero en Japón se tornaba un poco más difícil. La verdad es que yo lo veía muy complicado, y nuestra traductora también a pesar de que nos decían que era viable. Así que finalmente tomamos la decisión de que yo fuese en ese grupo junto con Ann para ayudar al grupo a lograr el objetivo.
Teníamos toda logística preparada, todo milimétricamente previsto, pero nuestro plan se truncó a la primera.
Salimos del circuito y llegamos a la estación de tren con tiempo suficiente. Con lo que no contábamos era que había retraso en los trenes. Una cosa que prácticamente nunca sucede en Japón, pero acumulaban un retraso de unos diez minutos, con lo cual nuestro transfer de doce se reducía a dos. Todo el plan se iba a la mierda.
La gente comenzó a ponerse nerviosa. Pero una vez más Ann fue nuestra salvación. Se puso a buscar soluciones con un chico que había en la estación y descubrió que había más Shinkasen de Nagoya a Osaka. Teníamos cuatro oportunidades más de coger el tren a Osaka. Había que llegar a Nagoya, cambiar los billetes y embarcar en el nuevo tren.  De cuatro oportunidades que teníamos la tercera fue la buena. En Nagoya había más gente que había sufrido los retrasos y había bastante gente igual que nosotros cambiando los billetes. Además todo el protocolo japonés hace que un simple cambio de tickets se demore bastante. Habíamos perdido ya dos trenes y solo nos quedaban otros dos. Ann también se empezó a apurar y le metía toda la prisa posible al empleado. Finalmente y después de muchas peripecias y muchos nervios conseguimos los billetes para el siguiente tren y conseguimos que el grupo embarcase en el tren bala con destino a Osaka. Ahí empecé a respirar con un poco más de tranquilidad. Lo que si habían perdido era el ultimo transfer de Osaka al aeropuerto, pero eso se solucionaba con un taxi que también intentamos gestionar por teléfono pero que por los horarios nos dijeron que era complicado. Pero bueno conseguir un par de taxis en una estación de tren tampoco era tan complicado.

Con un poco más de alivio conseguí respirar y estuve en Nagoya esperando al resto del equipo con el que me juntaría para ir a Tokyo, destino al que íbamos a pasar unos cuantos días de descanso.

Una vez en Tokyo comenzaban tres días de vacaciones. Un clásico ya en mis viajes a Japón. Tokyo sigue siendo una de mis ciudades favoritas, no se si por el enorme contraste con occidente, por la energía que transmite la ciudad, sus gentes o porque cada vez que voy encuentro un lugar nuevo que me atrapa aún más.
Este año tenía otra vez el objetivo de ir a ver el monte Fuji, como en todas las ocasiones anteriores en las que he ido, pero nuevamente estaba totalmente tapado por un manto de nubes que iba a hacer que el viaje hasta allí fuese en balde. Asi que me tocaba buscar que haceres para esos días. En esta ocasión la nueva en la ciudad era Silvia así que había que enseñarle los lugares típicos de la ciudad y a eso dedicamos el lunes. Visitamos el templo de Asakusa, de allí fuimos a la zona de la electrónica Akihabara, regreso a Ginza donde habíamos plantado este año nuestro campamento base. Y de ahí a la zona de Ropongi a un restaurante que nos habían recomendado para cenar y que es en el que se inspiró Quentin Tarantino para hacer la película Kill Bill, el Gon patsi que aunque suene muy vasco es un restaurante japonés un tanto occidentalizado. Vamos un atrapa güirs.

El segundo día era el que yo tenía pensado ir a Monte Fuji, pero como el tiempo impedía una visita en condiciones le consulté a nuestra traductora de la semana anterior algún sitio que me recomendase ella para visitar, le dije lo que ya conocía de Japón y me sugirió una visita a un poblado situado a una hora en tren al sur de Tokyo. La zona de Kamakura, que era la antigua capital imperial de Japón. Me estuvo enseñando unas fotos de su visita allí y me preparó una guía de cómo llegar a la zona y que ver en la misma. Mi idea era ir solo porque el resto querían quedarse en la capital, pero finalmente Alex e Iker se me unieron y nos fuimos a la excursión que me habían propuesto.
La verdad es que ya me había dicho Ann que era una especie de pequeño Kyoto en los alrededores de Tokyo y su definición se acercaba mucho a la realidad. Nada más llegar fuimos a visitar el templo de Kotoku in, donde se encuentra un buda gigante. Allí estuvimos un rato visitando el templo y los alrededores.

 
 De allí regresamos de nuevo a Kamakura con la intención de ver algún otro templo más y hacer tiempo para la hora de comer. Nos dirigimos a Tsurugaoka Hachimangu, otro templo que nos habían dicho era un “must see” y la verdad es que no nos defraudó nada.

Cuando nos dirigíamos hacia allí vimos de camino un restaurante en el que preparaban Okonomiyakis, y justamente estábamos buscando eso para comer así que entramos al sitio a comer donde no había prácticamente ningún occidental y pedimos un Okonomiyaki que nos lo prepararón delante nuestro. La verdad es que estaba muy bueno. No era el mejor que yo había probado pero cumplía nuestras expectativas.

Continuamos nuestra visita calculando el tiempo para poder coger otro tren y llegar a tiempo a Enoshima, un pequeño islote en el que se podían observar unas puestas de sol espectaculares, las fotos que había visto así lo atestiguaban. Así que cogimos el tren y nos dirigimos allí pero el tiempo se estaba nublando y a pesar de que la luz era muy bonita no pudimos disfrutar en todo su esplendor de la puesta de sol. Aunque mereció la pena la visita.
 
 Ya era media tarde y decidimos regresar a Tokyo para hacer unas compras que nos habían encargado y así poder cerrar la maleta esa misma noche ya que al día siguiente regresábamos a casa y las maletas iban bien repletas. Conseguimos nuestro objetivo y después de una rápida cena nos fuimos a dormir, el miércoles era nuestro último día en Tokyo y queríamos aprovecharlo bien.

Por la mañana decidimos ir a Tsukiji al mercado del pescado, no a ver la subasta que es muy temprano pero si a darnos una vuelta por allí y poder disfrutar de nuestro último desayuno japonés con una buena ración de sushi y sashimi.

 

Una vez allí el grupo se volvió a disolver, unos se quedaron un rato más en el mercado del pescado, otros se fueron de shopping, y yo había quedado con Ann en vernos y comer juntos, así que después de una parada en el edificio Sony a comprar algo de tecnología japonesa me encontré con Ann y estuvimos dando una vuelta y comiendo en un típico restaurante japonés de Ginza, donde ella nuevamente se encargó de pedir la comida ya que no había ni una sola foto y todo estaba escrito en un perfecto japonés . Nuevamente su elección fue acertada.
De allí fuimos a dar un paseo por los jardines imperiales donde estuvimos charlando de la enorme diferencia de culturas y hábitos que tenemos a ambos lados del mundo. Le decía que todo el exquisito protocolo que tienen para todas y cada una de las situaciones imaginables es asombroso e impensable para un occidental. Todo está perfectamente medido y organizado, sin hueco para la improvisación y a pesar de que ya son unas cuantas veces las que he ido me sigue sorprendiendo como si fuese la primera vez.  Todo es perfecto, lo que también me hace pensar que cuando lleves allí un tiempo esa perfección puede llegar a aburrir y echaras de menos la improvisación que tan bien se nos da por aquí.
Estuvimos charlando un buen rato y ya me aconsejó cosas que hacer para mi próxima visita a Japón.
Si en las ocasiones que he ido no he podido visitar el monte Fuji, es porque el destino así lo quiere y significa que tengo que volver más veces. Además me aconsejo la época en la que debía ir y un par de sitios a los que debería ir y que ella se ofreció a hacerme de guía. Con la experiencia de este año sin duda serán sitios que merezcan mucho la pena, así que ya estoy contando los días que quedan para la próxima visita a Japón.

Japón que gran país!!!